Noruega lleva varios años empleando un sistema con el que conseguir poder reciclar la totalidad de los envases de plástico que emplea su población, y parece ser que no les va del todo mal ya que actualmente han conseguido reciclar hasta un 97% de envases de plástico. 

Pero, ¿cómo lo consiguen, cómo son capaces de contar con el apoyo y la concienciación de todo un país? La respuesta es simple, mediante el empleo de que los envases son un préstamo y por ello existe la necesidad de devolverlos de manera sostenible. Además de esta idea en el imaginario colectivo, el gobierno ha aplicado una serie de medidas que refuerzan la idea de reciclar. 

Entre ellas se encuentra que los productores pagan menos impuestos cuanto más plástico reciclen, es decir, existe un impuesto ambiental. A nivel de los consumidores, se les alienta para que lleven a cabo este proceso otorgando un valor monetario a cada envase que se recicle. De manera que, dependiendo del tamaño del envase, la población noruega puede obtener entre 15 a  30 céntimos al reciclar cada producto. 

De manera que una vez realizado el depósito de los residuos, las plastas de reciclaje dividen los envases en función de su nuevo uso, ya sea para volver a crear envases como tal o para la creación de nuevos plásticos que se empleen en otros productos como telas. 

La ejecución de este sistema se lleva a cabo mediante máquinas situadas a lo largo de toda la ciudad. Una especie de máquinas expendedoras que de forma automática otorgan a los ciudadanos el valor económico correspondiente a los envases que estén reciclando. 

La empresa creadora de esta tecnología, Infinitum, asegura que este método es el más eficiente en términos económicos para resolver la situación. “Una botella puede reciclarse más de una vez. De hecho, se puede reciclar 12 veces”, indicó Kjell Clav Maldum, director de la empresa.

Actualmente este sistema que premia el reciclaje se encuentra instaurado no solo en Noruega sino también en países como Suecia, Holanda, Dinamarca o Finlandia.