Cuando hablamos de residuos sólidos urbanos nos referimos a aquellos residuos generados en núcleos urbanos como comercios, oficinas o domicilios. Además de en vías públicas. 

Su principal característica es el estado en el que se encuentran, es decir, cualquier residuo que cuente con un estado líquido o gaseoso no entrará dentro de la categoría de los RSU. Una categoría que a su vez, se divide en dos tipologías:

-Residuos orgánicos: los que se desintegran rápidamente o se pueden transformar en otro tipo de materia orgánica. 

-Residuos inorgánicos: son aquellos que por sus características químicas sufren una desintegración natural mucho más lenta.

Además este tipo de residuos también puede ser clasificación en función de su grado de peligrosidad. Los peligrosos, como su nombre lo indica, son aquellos que debido a sus propiedades corrosivas, explosivas o tóxicas, podrían suponer un riesgo para el ciudadano o para el medio ambiente. Los residuos no peligrosos son todo lo contrario, no suponen ningún tipo de peligro. 

Para la gestión de los RSU se llevan a cabo diferentes operaciones en las plantas de reciclaje:

-Separación y aprovechamiento: es un sistema en que se aplican procesos, técnicas y operaciones que consiguen devolver a algunos materiales su función original o similar. 

-Disposición en el relleno sanitario: es un método que consiste en poner los residuos en el suelo de forma esparcida y compactada. 

-Incineración: método que consiste en quemar los desechos a altas temperaturas reduciendo su volumen y su peso. Esta suele ser la última opción para residuos que no es posible darles una segunda vida. 

Los residuos sólidos urbanos son los que más generamos en nuestro día a día. Una correcta separación de éstos desde nuestros hogares facilitará el proceso de gestión de estos desechos, aumentando el nivel de eficacia en el proceso de gestión medioambiental.